agosto 29, 2004


CINEMA, PERRA CODICIOSA




Ingmar Bergman
Wild Strawberries


Según escribe Melvin en su autobiografía, el equipo que trabajó con Ingmar Bergman en la edición de Wild strawberries borró el siguiente sueño del profesor Isak Borg, por considerarlo de mal gusto: en plena sobremesa familiar, luego de una discusión en la que papá dirimía el futuro de todos los presentes, el joven Isak se niega a seguir escuchando, incapaz de articular la menor frase de protesta. Entonces se traga un cucharón de plata. Ante los gritos de pánico de las mujeres, papá se lanza sobre él e introduce un brazo en su garganta. Los sirvientes se aferran a los pies de papá y tiran con fuerza para salvar el cucharón, que sale acompañado de un "Burp". El Burp, a su vez, se acompaña de un atún de cientoveinte kilos que aletea negándose a morir y empapa las alfombras. Melvin debe estar mintiendo; nadie sabe si Melvin trató personalmente a Bergman ni si fue testigo de la producción, y quién es Melvin, en primer lugar.

www criterionco com/asp/release.asp?id=139




Hermanos Coen
Miller's Crossing


Los 100 segundos más bellos que Mr Phuy ha visto en una pantalla, son la secuencia inicial de créditos de Miller's Crossing. Un primoroso travelling bajo las coníferas, el cielo opaco, el ensamble de cuerdas de Cartel Burwell, un sombrero sin rumbo. Se estremecen todos los verdes en uno solo, que resulta menos verde que el resto y sufre tal sentido de culpa que se entrega al ocre, el ocre se entrega al gris, el gris devuelve sus monedas a cada uno de los verdes y la historia comienza... Considero a la literatura superior al cine, pero ahí están los movimientos de cámara de los hermanos Coen para negármelo. El lamento musical de los picapedreros en O brother, where art thou? El paneo exquisito en la intimidad de los Gunderson, desde el ganso canadiense dibujado por Norm hasta el bulto de la pareja dormida, en Fargo. Es como encarnar los horrores de la sarna y el vaho de la santidad en un mismo niño, o en un mismo vaso de agua. Ethan, Joel, mi vida es esperar su próxima película.

www coenbrothers net

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agosto 07, 2004




Pongámonos físicos. Hank hace a Tijuana lo que Tom Waits a la vieja Constantinopla. Que digo vieja, antigua, improbable urbe de Constantinopla. La ciudad es un trasatlántico que se hunde en el océano y al océano le han prendido fuego. Nos resistimos a que Hank Rhon se meta en nuestras vidas, pero se mete en nuestros párrafos. Y sucede que, adornado con pegamentos y azúcares, no luce nada mal.

Hank es capaz de muchas cosas, aunque hay que divagar menos porque esto comienza y nadie soporta tres años de tocar el piano a cuatro manos. En un apuro, Hank tiene las herramientas y la inventiva suficientes para transportar a los miembros de su gabinete a la menor de las Islas Canarias, subidos en un pony. En un apuro mayor, advertido por la mala leche de ventidós medios de comunicación —obviamente, el Zeta, pero también el Miami Herald Tribune—, sacará a su familia de la casona de Avenida Las Américas y de un chasquido la enviará más allá de la imaginación, bajo la apariencia de figuras de Lladró, en dos tantos. Primero los animales, luego las mujeres.

Asistí al mitin de cierre campaña de Hank, gracias a un morbo predilecto y a la promesa de un concierto gratuito con el trío de speed-metal Bloot Us y la quisquillosa banda Reek Of Cigars. No entiendo qué hacían allí. "¡No entiendo que haces aquí!", me devolvió la pregunta el vocalista, con voz terregosa. "¡Ahora lárgate!" A bordo del taxi, hallé un manual de balística.

Hank Rhon es algo bello. La puta: ahora no sólo se mete en nuestros párrafos sino que suena muy poético. Hank es una orquídea. Una orquídea es bella por asociación —después de todo es una flor— pero colócate una sobre las narices, suficientemente cerca para advertir el núcleo de su horripilancia, la trágica disposición de sus pétalos, asimétricos, desleales, hechos al aventón, arrojados a cualquier parte por una fenomenal carga expansiva. Envuelta en terciopelo azul.


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